JONAS BROTHERS PERU
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JONAS BROTHERS PERU


 
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 obsesion [joe y tu] muy hot.

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donce.danger




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obsesion [joe y tu] muy hot. Empty
MensajeTema: obsesion [joe y tu] muy hot.   obsesion [joe y tu] muy hot. EmptyLun Oct 12, 2009 6:22 pm

Esta nove me encantoo!!

asi que la voy a poner aqui!!

OJO..no es mia pero..la quiero compartir con ustedes!!

Prólogo

Edimburgo, Escocia

–Buenos días, Luisa –el Dr. Joseph Jonas inclinó formalmente la cabeza, ofreciendo su brazo a la mujer con la que había estado saliendo durante aproximadamente dos meses. Escoltándola hasta un banco en la mitad del santuario de la iglesia de Blackfriar, se acomodó en el lugar a su lado y esperó que pronuncien el sermón dominical.

Aclarando su garganta por lo bajo, Luisa sonrió mientras le ofrecía una goma de mascar.
–¿Quieres un pedazo? –se sonrojó, poniéndose nerviosa cuando él giró para mirarla a través de sus lentes con marcos de alambre– So-son tus favoritos –tartamudeó.

Joe sonrió lentamente, sus ojos marrones se le arrugaron en los rincones.
–Gracias. Eso fue considerado de tu parte, querida –él aceptó el trozo de goma de mascar y lo puso en su boca. Masticándolo silenciosamente, volvió su atención al frente del santuario, donde el ministro aún estaba yendo hacia el púlpito.

Cuando comenzó el sermón, los pensamientos de Joe comenzaron a desviarse hacia la mujer a su lado. Luisa estaba deseosa de casarse, él lo sabía, y a decir verdad Joe había llegado a esa etapa de la vida donde ya no quería estar solo. Tenía treinta y cinco, casi treinta y seis, sin hijos, y nunca se había casado. Entonces por al menos la quinta vez en las últimas dos semanas, se permitió considerar los beneficios de una unión con Luisa.

Compañerismo. Respeto mutuo. Crianzas similares. Y Luisa era una buena cocinera, además de todo. Sería una excelente ama de casa y una madre genial para sus futuros hijos. Querría no tener ningún reparo con respecto al matrimonio, pero supuso que era de esperarse que le diera un poco de susto.

Luisa era bastante común de cara y de cuerpo, ni fea ni hermosa. Era de naturaleza tímida y reservada, y prefería remitirse a Joe para todo. No había nada particularmente emocionante en Luisa o en su vida; su idea de pasarla bien era una comida en lo de su mamá cada domingo después de misa. Pero a Joe no le importaba.

Joe era un hombre sensato que no se dejaba llevar por raptos de fantasía o de pasión. Profesor universitario de matemáticas, tenía autoridad y era un poco brusco; se manejaba mejor con los números que con la gente. Luisa entendía estas cosas de él y las toleraba por lo que él era. A cambio, él toleraba su afecto por la iglesia, pese a no ser demasiado religioso.

Joe también era un poco monótono, tal como Luisa. No era el tipo de hombre que uno incluye en una lista de invitados esperando que levante el ánimo en una fiesta aburrida, era el tipo de hombre al que uno recurre cuando se le pinchó una cubierta y necesita que lo alcancen al trabajo. Era confiable y se podía contar con él, los mismos atributos que le aseguraban que sería un marido más que apropiado para Luisa.

Cuando el sermón llegó a su fin, Joe se puso de pie y acompañó a Luisa hasta su auto. Ella se colgó de su brazo, sonrojándose levemente con la sensación íntima de tocar sus músculos, que se abultaban bajo su mano.
–Lo pasé estupendo. El sermón me pareció bastante bueno. ¿Y a ti? –preguntó ella esperanzada.

Joe asintió con la cabeza.

–En especial, me gustó cómo el ministro recitó el libro de Daniel. Me pareció notable su profundidad

–Ciertamente –acordó Luisa– no podría estar más de acuerdo

Él sonrió.

Cuando llegaron a su vehículo, ella le entregó las llaves y esperó que abriera la puerta del auto para ella.

–¿Te veré en lo de Mamá esta tarde? –dejó su brazo y sonrió recatadamente– Está preparando todos tus platos favoritos.

Joe frotó su barriga y sonrió ampliamente.

–¿Cómo podría dejar pasar una oferta tan tentadora? Por supuesto que estaré allí, Luisa.

Ella se sonrojó aún más.

–Te veré a las dos, entonces

–A las dos será

Joe miró cómo el práctico auto de cuatro puertas de Luisa salía del estacionamiento de la Iglesia de Blackfriar y doblaba hacia el tráfico. Ella en verdad era totalmente práctica y confiable, características que se manifestaban en todo, desde su vestimenta conservadora y sin ornamentos innecesarios hasta su limpio pero modesto auto.

Supuso que sabía que decisión debía tomar. Después de todo, Joe era un hombre de lo más sensato.

–Está…. –Juguetona, dejó la oración incompleta, sacudiendo las cejas como Groucho Marx. Sabía que __________ nunca la juzgaría o pensaría nada malo de que una mujer casada desde hace doce años se dé el gusto de divertirse una noche en forma inocente e inofensiva con sus amigas solteras.

Realmente, siempre consideraron a __________ la librepensadora del grupo, lo que es mucho decir para dos escritoras y una artista. Hija de padres hippies que apoyaban cualquier cosa desde el amor libre hasta la legalización de la marihuana, creció en un ambiente en el que pocas cosas eran consideradas tabú.

A los veintipico, __________ había pasado por todo desde el sexo lésbico hasta tomarse un fin de semana que otro de descanso en complejos nudistas tales como el famoso Hedonismo de Jamaica. Había salido con hombres de diferentes culturas, hombres de diferentes niveles sociales, y eso porque estaba muy cómoda y segura de quién era.

A diferencia de amigas de su círculo, los padres de __________ la alentaron realmente a probar cosas nuevas, a experimentar sexualmente para encontrar lo que funcionaba para ella y lo que no. La aleccionaron duramente para que tenga cuidado, para que siempre tome precauciones contra las enfermedades, pero siempre la alentaron. Un hecho que hacía que su vida familiar parezca muy idílica y moderna entre sus pares mientras crecía.

En verdad, su vida no fue más idílica que la de cualquier otro. Su familia experimentó los mismos altibajos, las mismas alegrías y tristezas, que cualquier otra familia. Sólo fueron más abiertos entre sí sobre lo tabú que lo que se podría considerar lo normal.

Con veintinueve años, y acercándose a la gran tercera década, sabía lo que quería, tenía un firme control de su libido y sus necesidades. Ya no sentía el impulso de experimentar, no había tenido esa necesidad hacía más de tres años en realidad, porque estaba muy en contacto con sus deseos.

Y lo que deseaba más que nada, se dio cuenta poco más de un mes atrás, era una relación monogámica y exclusiva con un hombre tan aventurero como ella. Un hombre que sepa lo que es la Diversión, con mayúsculas, un hombre que pudiera atrapar su atención y mantenerla.

No quería un tonto confiable y aburrido como el hombre con el que se había casado Miley. Justin era un hombre agradable, pensó, pero sin gracia, sin nada, nada de gracia. No, quería algo completamente distinto para ella. Quería un hombre que, de un momento para otro, la arrastrara en un viaje de buceo a Micronesia, la llevara a todas las últimas exposiciones de sus artistas favoritos, la llevara a París en avión de un arrebato y la tuviera cautiva allí durante una semana o dos mientras hacían el amor y tomaban vino.

La idea de aventura de Justin, se le había quejado Miley, era cenar afuera en la parrilla local y, si tenía mucha suerte, ir al cine después. No era definitivamente lo que __________ buscaba.

__________ culpaba alegremente a sus poco tradicionales padres de su incapacidad de aceptar lo tradicional. Provenían de la Era de Acuario, del tiempo en que la pasión gobernaba a la lógica. Y __________ siguió sus pasos en más de un sentido.

Su madre era una actriz, su padre un escritor de teatro igualmente talentoso. A los diez años, __________ supo que seguiría sus pasos y de hecho se convirtió en escritora, como su padre. Pero si bien su padre escribía para Broadway , ella escribía solamente novelas de suspenso. No había llegado al nivel de notoriedad de sus padres, pero estaba camino a hacerlo.

–Bueno –preguntó Miley, su atención puesta ahora en __________, ya que el vibrante sonido de la música y los flashes de luz del escenario estaban disminuyendo hasta el próximo número– ¿por cuánto tiempo te irás a ese festival de arte?

–¿Cuál de ellos? –dijo Taylor socarrona.

Miley rió por lo bajo.

–Ése en el extranjero. Ése festival en Edimburgo.

__________ sonrió, y sus ojos verde claro tintinearon.

–Por un mes. El festival es el más importante de Europa, me dijeron. No puedo esperar para verlo –respondió __________

Miley asintió.

–¿Son éstas otras vacaciones trabajando, o unas verdaderas, reales y completas vacaciones? –preguntó Miley

–Creo que podría decirse que ambas –levantó su cóctel White Russian y lo hizo girar en el vaso.

–La editorial Ballast Books dará un par de fiestas allí para tratar de introducir a sus escritores al mercado europeo. Pero el resto del tiempo, el mes es mío.

–Qué chica afortunada –dijo Miley

–Sí –sonrió __________– ¿Quieren venir, chicas? –miró mordaz a Miley– se supone que tú deberías ir de todas formas. Eres escritora de Ballast, por si no lo recuerdas

Miley resopló al escuchar eso.

–Justin nunca me dejaría ir por un mes entero, nena. No cuidaría de Erica mientras no estoy. Tú lo sabes.

Taylor suspiró.

–Para mí es imposible también. Tengo dos exposiciones acordadas para el mes que viene

–Siento perdérmelas –dijo __________ con sinceridad– quisiera haber sabido de ellas antes de ir y pagar por adelantado todo el viaje de un mes

Taylor hizo una seña con la mano, restándole importancia.

–Te comprendo. Además, todavía no superé mi Período Negro –dijo dramáticamente– las obras que voy a exhibir son todas nuevas, pero no hice ningún cambio drástico desde mi última exhibición en Manhattan

__________ asintió.

–Me encanta tu Período Negro. Muy humeante y sexy –sonriendo lentamente, inclinó su cabeza hacia Miley– y si cambias de idea y puedes escaparte, aunque sea por unos días, vente conmigo. Ya tengo una habitación en un hotel, todo lo que necesitas son los pasajes de avión

Miley sonrió, encantada con la idea.

–Gracias. ¡Si puedo arreglarlo, allí estaré!

__________ no respondió porque la música estaba subiendo otra vez y un nuevo artista vestido como DarthVader entraba en el escenario. Además, no tenía sentido responder. Miley no iría nunca a Edimburgo, y ambas lo sabían. Miley nunca haría nada para sacudir la estantería en casa como para ganar unos días de paraíso sin Justin. Miley era una mujer de lo más sensata, una mujer que no se dejaba llevar por arrebatos de fantasía o caprichos momentáneos.

Nada que ver con __________.


Capítulo 1



Edimburgo, Escocia

Dos semanas después



–Realmente no es necesario que me compres un nuevo par de pantalones, Joe –Luisa le sonrió mientras entraban a la tienda Jenners– me doy cuenta de que no fue tu intención derramar el vaso de jugo sobre mi traje de tweed. De veras, quizás todavía se puede sacar la mancha

–No es molestia, Luisa –inclinó su cabeza mientras se dirigían a la sección de mujeres– arruiné un par de pantalones en perfectas condiciones con mi torpeza y me parece más que justo reemplazarlos

–Qué amable de tu parte –dijo tímidamente.

Joe no hizo ningún comentario mientras se acercaban a un perchero con elegantes vestidos de marca. Había una voluptuosa mujer de mediana estatura en el pasillo siguiente, revisando los distintos modelos con sus uñas color rojo sangre. Su mano se posó sobre un vestido Calvin Klein negro que apenas se veía, luego pasó los dedos lentamente por la tela para probar cómo se sentía bajo su piel.

Las uñas rojo sangre hicieron su elección, sacando el escaso pedazo de tela negra. La mujer desapareció tan rápido como había aparecido, y Joe notó que sentía una extraña curiosidad con respecto a su apariencia. Desde donde él estaba, sólo vio una mano bronceada y una serie de uñas largas color carmesí. Los percheros de ropa habían bloqueado el resto.

–Estos vestidos son todos una porquería –Luisa frunció los labios con desaprobación– el tipo de ropas que sólo una ramera podría ponerse

A Joe se le ocurrió que el origen de su enojo era un modelo mostrado con mucha clase de Donna Karan, pero no dijo una palabra. Después de todo, Luisa era conservadora para vestirse.

–Creo que los pantalones están dos pasillos más allá –la tomó del codo y la condujo en la dirección correcta– estoy seguro de que encontrarás algo apropiado por aquí

–Ah, sí. Ahora esto está mejor –al llegar a su destino, Luisa levantó un par de pantalones color camel y sonrió– este pantalón es una preciosidad, ¿no te parece?

Joe hizo una mueca mentalmente. A pesar de que los aburridos pantalones de tweed marrón le parecían cualquier cosa menos fascinantes, declinó hacer el comentario. Luisa tenía derecho a vestirse como creyera adecuado. Sin mencionar el hecho de que los pantalones se verían muy diferentes en ella de lo que aparentaban en el perchero.

Además, se recordó Joe, él muchas veces usaba pantalones de tweed para dar clases. El cavernícola socialmente retrógrado que había en él, sin embargo, deseaba que a la mujer que había estado cortejando le gustara una ropa más femenina.

–Excelente –él sonrió– ¿Te gustaría probártelos? ¿Para ver si te quedan bien?

Ella se mordió el labio.

–¿No te molesta esperar? –le preguntó dubitativa.

Joe suspiró para sus adentros. Por un lado, se conocía a sí mismo y conocía su personalidad dominante lo suficiente como para darse cuenta de que no objetaba completamente que Luisa consultara todo con él, pero por otra parte, a veces le molestaba que fuera tan tímida que le diera miedo expresar opinión alguna. Ése era un dilema. Pero no quería ponerse a pensar en él ahora

–Para nada

Diez minutos después, Joe controló su reloj, preguntándose cuánto tiempo podría llevar probarse un par de pantalones de tweed. Pero era un hombre paciente, entonces se paró afuera del área de probadores de mujeres sin chistar. Unos segundos después, escuchó que se abría la puerta del probador. Miró, creyendo que era Luisa. No lo era.

Primero apareció una mano bronceada y uñas color rojo sangre, lo que hizo que los latidos del corazón de Joe se aceleren inexplicablemente. La mano atractivamente arreglada abrió la puerta de par en par, revelando una mujer hermosa con cabello Rojo vestida con un vestido Calvin Klein que apenas se veía.

Como hombre de ciencias que era, no dejó de notar que cuanto más se le acercaba la mujer, más rápido le latía el corazón. Nunca había tenido una reacción tan básica, tan primaria a una mujer. El delgado y transparente vestido llegaba a la mitad de los muslos, caía en picado en el frente para revelar un escote bien redondeado, y se sostenía de los hombros con delgadas tiras de encaje.

Caminaba de forma provocativa, sensual como sin quererlo. Cuando se acercaba al lugar donde él estaba, pasó muy cerca de él para usar el espejo triple a su lado, y lo llevó por delante accidentalmente, sin haber notado su presencia.

–Ay, lo siento mucho

Humeante. Su voz le recordaba a un espiral de humo aterciopelado. O a sábanas de seda y sexo sudoroso. Tosió discretamente tapándose con la mano.

–No es nada –sonrió, mirándola a los ojos color verde claro. Un manchón de pecas sobre el puente de su nariz debió haberla hecho menos atractiva, pero sólo servía para realzar su apariencia exótica– debí haber sabido que no debía pararme frente al único espejo triple más cercano a los probadores de las mujeres


Había hecho el comentario con toda seriedad, pero ella le miró cálidamente y se rió. Se encontró retribuyéndole la sonrisa, satisfecho de haberla complacido sin querer.

–Pobre hombre. Corre el riesgo de ser pasado por encima por aquí

Tenía un sensual acento del sur de los Estados Unidos que recorrió el largo de su espina dorsal.

–Procuraré no terminar mal

Volvió a reírse. Apartó los ojos y tosió discretamente cubriéndose con la mano. La mujer generaba en él la más primitiva de las fascinaciones.

–Bueno, buena suerte, entonces

Se alejó lentamente de él y se paró frente al espejo, analizando cómo le quedaba el vestido desde todos los ángulos. Él podría haberle dicho cómo le quedaba si se lo hubiera preguntado. Pecaminosamente fascinante.

Cuando se paró frente al espejo para mirarse, Joe pudo ver sin ningún problema que llevaba un tanga blanco debajo del vestido. Su trasero estaba moldeado alrededor del escaso trozo de tela, como si hubiera sido hecho para él, dos globos de carne seguramente bronceada divididos por un pedacito de encaje blanco.

Miró rápidamente para otro lado, levantando sus lentes de alambre dorado sobre el puente de su nariz mientras lo hacía. Resopló, con el pene erecto.

Una vendedora interrumpió, por suerte, sus pensamientos lascivos, sonriendo alegremente mientras se acercaba a la mujer americana. Volvió a respirar hondo y exhaló. Quería que Luisa se apurara.

–¡Te ves absolutamente divina! –dijo la vendedora con demasiado entusiasmo, de la forma en que los que trabajan a comisión son capaces. Sin embargo, la vendedora no mentía. La americana de ojos de esmeralda, con labios gruesos y senos pulposos realmente se veía divina. Se preguntó ocioso cuánto era el vestido y cuánto era simplemente la mujer en sí.

–¿Eso crees? –arrugó la nariz y volvió a mirarse en el espejo– pensaba que estaba bien, pero no estaba segura

–¡Perfecto! –irrumpió la vendedora de cabellos rubios– mucho mejor que el anterior. Absolutamente increíble

La americana sonrió lentamente, como si comprendiera qué perseguía la empleada. La pequeña rubia quería hacer una venta.

–Genial. Entonces me lo llevo

Diez minutos después, Luisa salió del probador, habiéndose decidido por un sensato par de pantalones de tweed color marrón camel, notablemente parecidos a los primeros que se había probado. Le sonrió antes de dirigirse a la caja donde la americana peliroja y la rubia todavía estaban charlando de todo y de nada. La rubia estaba muy animada, ya que la americana estaba gastando mucho dinero.

–Te verás absolutamente cautivadora en la fiesta de Ballast con ese vestido

La americana solamente sonrió.

–Gracias –le dio su tarjeta Visa– a todo esto, ¿cuándo empieza el festival? Tenía la impresión de que duraba todo el mes de agosto, pero parece que no

–La semana que viene –contestó la rubia mientras aceptaba la Visa en su palma– dura tres semanas, no cuatro –dijo a modo de explicación.

Su cliente suspiró.

–Me pregunto qué haré de mi vida hasta entonces. Quizás me vaya en coche hasta las montañas –dijo con nostalgia– nunca las he visto

–Excelente idea –la rubia pasó la tarjeta de crédito, casi salivando cuando volvió aceptada– hay un complejo de playas genial en Strathy Point que atrae mucho turismo –se inclinó para acercarse a la americana y le susurró confidencialmente mientras le entregaba el recibo para que lo firmara– escuché decir que te permiten pavonearte por ahí en topless en los meses de verano –ella guiñó el ojo– a mí me parece un gran programa

Joe podía sentir cómo Luisa se tensaba a su lado. Sin duda, la rubia había ofendido su sentido de las buenas costumbres sin quererlo.

–Tienes razón –dijo la americana sin vueltas– suena divertido. ¿Cómo era el nombre del lugar otra vez?

–Strathy Point

Ella asintió con la cabeza.

–Creo que ya sé adónde me dirigiré por unos días. Gracias por el dato

La rubia hizo un gesto con la mano, restándole importancia, mientras tomaba el recibo de vuelta.

–No pienses en nada, ¡ay, caramba!

La cabeza dorada de la americana se levantó rápidamente. Miró a la vendedora extrañada.

–¿Eres __________ Elliot Jhonson? ¿La mujer que escribe esos thrillers de suspense sensuales?

Las orejas de Joe se entusiasmaron. Él mismo había leído un par de novelas suyas.

–Ella misma

–¡Me encanta tu trabajo! ¿Cuándo sale el próximo libro?

La americana se sonrojó levemente. Un efecto que a Joe le pareció extrañamente encantador.

–A fin de mes

–¡Excelente!

Un minuto y un autógrafo después, la dorada Americana con las uñas rojo sangre se retiraba de Jenners, cargando bolsas con compras. Joe la miró irse, de su vida para siempre, y deseó que saberlo no lo hubiera hecho reaccionar de ninguna forma.



* * * * *

–Joe –dijo Luisa dubitativa– debemos hablar

La siguió al living formal de su madre, e inclinó la cabeza.

–Cómo no –tomó asiento donde ella le indicó, preguntándose de qué podría tratarse esto.

Luisa se tomó su tiempo para llegar al tema central, quitando una pelusa imaginaria de sus pantalones nuevos mientras juntaba coraje. Joe la miró curioso, sin saber qué estaba pasando.

–¿Luisa? –la alentó gentilmente con el codo.

Ella lo miró, siempre como un ratón nervioso.

–Joe, lamento decir esto, pero yo… –su voz se apagaba mientras miraba hacia otro lado.

–¿Qué? ¿Qué pasa?

Sus mejillas se pusieron rosadas mientras lo miraba. "

–Me temo que esto no está funcionando para mí –suspiró

Él se paralizó, todo su cuerpo permaneció inmóvil por un largo rato.

–¿Perdón? –juntó las cejas– pensé que nos estábamos llevando admirablemente bien

–Ah, eso es cierto –se apuró, y levantó su cabeza marrón arratonado rápidamente– es sólo que …que …

–¿Sí?

Suspiró.

–Joe, déjame decírtelo directamente

Él asintió.

–¿Cuáles son tus intenciones? –volvió a la tarea de quitar la pelusa invisible de sus pantalones. Sus mejillas ardieron, de rosa a carmesí– ¿Planeas casarte conmigo?

–Luisa, yo …

–¡Discúlpame! –replicó– es que, Joe, voy a cumplir treinta y dos la semana que viene. Mi reloj biológico marcha a un ritmo enloquecedor –cerró sus ojos por un instante, avergonzada– entonces necesito conocer tus intenciones –dijo con un chillido.

En ese momento, supo que no podía casarse con ella, lo que lo hizo sentir un poco triste. Había estado dudando todo el tiempo, sin querer hacerse cargo de sus sentimientos al respecto. Pero ahora, encerrado en el famoso rincón por Luisa, le quedó claro como el agua que no podían estar juntos toda una vida.

A Joe le gustaba y la respetaba de veras, pero las diferencias entre ellos eran enormes. Era demasiado santurrona, demasiado tímida. Él era demasiado autoritario, demasiado brusco o por lo menos comparado con ella. Pero era una buena mujer, y una mujer que merecía que le digan la verdad.

Joe suspiró, con el ánimo por el suelo. Maldición, realmente apreciaba a Luisa. Lo último que quería en el mundo era lastimarla. Buscó su mano y la tomó entre las suyas.

–Eres muy valiosa, y maravillosa –le dijo suavemente– pero yo… –respiró hondo y se preparó para darle la verdad que estaba buscando– pero no creo que funcionáramos como matrimonio –terminó suavemente.

Luisa asintió, pero no dijo nada.

–Lo siento muchísimo. Quizás si tomáramos las cosas con un poquito más de calma, le diéramos un poco más de tiempo a nuestra relación…

Ella lo detuvo con un gesto de su mano.

–Ya he desperdiciado dos meses y medio de mi vida contigo, Dr. Jonas –estaba más enojada de lo que la había visto nunca– creo que es mejor que simplemente te vayas

Joe dudó por un instante antes de ceder. Se puso de pie, y la miró.

–Que te vaya bien, Luisa.

Ella cerró los ojos.

–Por favor, vete y ya.

Inclinó la cabeza, sintiéndose malvado por segunda vez en la misma tarde, aunque por diferentes motivos. Lastimar a una mujer que realmente apreciaba no había estado entre sus planes del día, o de ningún día. Cuando le dio la espalda, Joe se fue sin más que hacer, sin querer causarle más dolor que el necesario.

Para cuando llegó al auto, se sintió más viejo y más cansado de lo que recordó sentirse alguna vez. Frunció el ceño mientras se agarraba con fuerza al volante.

Joe pensó de repente que la santurrona y arratonada Luisa había juntado el coraje para dejarlo.

Gruñó. Hasta aquí habia llegado la presunta timidez de ella ¿no?.


Última edición por donce.danger el Lun Oct 12, 2009 7:54 pm, editado 1 vez
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donce.danger




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MensajeTema: obsesion [joe y tu] muy hot   obsesion [joe y tu] muy hot. EmptyLun Oct 12, 2009 6:27 pm

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Jonatica
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MensajeTema: Re: obsesion [joe y tu] muy hot.   obsesion [joe y tu] muy hot. EmptyMar Oct 13, 2009 3:41 pm

OIEEEEE TA MUY BUENA!!! ZIGUELA PLIZZ
DESDE HOY ZOY TU FAN NB 1!!!
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donce.danger




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MensajeTema: Re: obsesion [joe y tu] muy hot.   obsesion [joe y tu] muy hot. EmptyMar Oct 13, 2009 4:19 pm

Capítulo 2

La tímida y santurrona de Luisa lo había dejado. Si eso no era el colmo, dudaba qué podía serlo.
Joe suspiró al recordar lo que pasó ayer mientras se dirigía a su oficina en la Universidad de Edimburgo. Necesitaba preparar apuntes para las clases, que comenzaban en dos semanas. Sentándose en su escritorio, juntó las manos y analizó su situación personal.
Frunció el ceño. Gris era la única palabra que se le ocurría para describirla.
Joe nunca fue el tipo de hombre que otros consideraran particularmente emocionante. Eso lo supo toda su vida, pero hasta este momento no le había molestado ser consciente de ello.
De chico, había sido enfermizo pero trabajador; le había ido muy bien con los estudios y había desarrollado un profundo amor por las matemáticas. Un muchacho delgado y desgarbado, que disfrutaba de la identidad que le habían dado sus notas escolares, dándose cuenta de que era lo único en lo que era mejor que la mayoría. Firmemente arraigado en la identidad de lerdo para cuando tuvo trece años, ya hasta había comenzado a vestirse para el papel.
No llegó al extremo, se recordó, porque siempre tuvo buen gusto para vestirse. Pero se ponía anteojos en vez de comprarse lentes de contacto, y se vestía con su traje formal de profesor desde una edad indecentemente temprana.
Y ahora a la edad de treinta y cinco, no había forma de deshacerse de su bien ganada fama de tonto. No importaba que ya no fuera enfermizo y hubiera adquirido un cuerpo atlético y musculoso. La gente veía lo que quería ver, lo que esperaba ver, y desde los trece en adelante se esperó que Joseph Jonas fuera un tonto.
Pero, ¿él había hecho algo para erradicar tal concepto? No, pensó tristemente, no había hecho nada. Se había contentado con su papel de aburrido y confiable profesor de matemáticas, contento de dejar las cosas como estaban…
Hasta que la conoció a ella.
Joe echó un vistazo a la biblioteca del otro lado de su oficina. Levantándose lentamente de su asiento, fue hasta el sofá donde a veces dormía cuando se quedaba a trabajar de noche, y hasta la estructura de roble, deteniéndose a recoger una copia de El Grito. Era el último lanzamiento de una tal __________ Elliot Jhonson.
Ahora que Luisa lo había dejado bien dejado, podía confesarse mentalmente a sí mismo algo que no había podido admitir antes. Exactamente que cuando se encontró con cierta escritora ayer, toda ojos verdes y sonrisas rojas, quiso que ella lo viera como algo más que un aburrido profesor de matemáticas, más que un hombre sensato con la ropa adecuada.
Quiso que lo viera como un macho viril que había percibido su olor y estaba detrás de él.
Resopló ante sus ridículos pensamientos. Como si eso fuera posible.
Aun así, Joe se encontró preguntándose, y no por primera vez, qué habría pasado por la cabeza de la novelista cuando conversaba con él. ¿Qué habría pensado de él? ¿O habría pensado en él? Probablemente no.
Joe suspiró, volviendo a poner El Grito en el estante que ocupaba. Volvió al escritorio y se desplomó sin ceremonias en su asiento. Pasando rápidamente los dedos por su cabello corto y oscuro, intentó aplacar la ansiedad que crecía dentro suyo diciéndose que no le hacía nada bien obsesionarse con una mujer que ni siquiera sabía su nombre y muy probablemente ni le interesaría aprenderlo.
Aun ahora, sentado en su sensato escritorio rodeado de los elementos sensatos de una vida sensata de profesor, no podía evitar pensar en el poco sensato paradero actual de la Sra. Elliot Jhonson. Él sabía exactamente dónde estaba, exactamente qué estaba haciendo, porque debió haber sido sordo para no escuchar la conversación que mantuvo ayer con la vendedora colorada.
El objeto de su deseo estaba en Strathy Point. Posiblemente haciendo topless recostada en algún lugar de la playa en este mismo momento. La mera imagen mental le causó una dolorosa erección.
Mientras se frotaba la quijada distraídamente con la palma de la mano, Joe se preguntó si tendría el coraje de usar este dato indiscreto y hacer algo totalmente atípico en él… algo impulsivo como seguir a __________ Elloit Jhonson a Strathy Point e intentar volver a establecer contacto con ella.
Un proyecto excitante, pero a la vez muy desconcertante.
¿Qué pasaría si, después de todo, ella no tuviera deseos si quiera de hablar con él? ¿Y si quedaba como un tonto?
Joe estuvo por dejar de lado la idea por completo cuando se le apareció en la cabeza la imagen de la santurrona y tímida Luisa dejándolo. Frunció el ceño. Si el ratón juntó coraje para hacer borrón y cuenta nueva después de apenas dos meses de salir, entonces él bien podía juntar coraje para hacer una visita a Strathy Point.
Realmente, pensó Joe mientras se ponía de pie velozmente, asqueado de su vida aburrida, cansado del status quo, ¿por qué diablos no?

*******

La vendedora había estado en lo cierto y no. Era una playa de topless, sí, pero también llevaban la parte de abajo desnuda. __________ se encogió de hombros, sin darle importancia al tema, mientras ignoraba las miradas excitadas que le propiciaban algunos turistas de sexo masculino. Los padres la habían llevado a playas nudistas desde que tuvo edad suficiente para caminar, por lo que no le veía nada extraordinario a ver cuerpos desnudos por ahí.

Aun así, no era tan ingenua como para creer que todos veían las cosas como ella. La mayoría de los hombres estaban aquí simplemente para mirar.

__________ encontró un lugar para ella un poco apartado de los otros turistas. Extendiendo una lona sobre la costa de arena, se hizo un nudo en el pelo y se desplomó sobre la lona. Buscando dentro de su bolso playero, encontró una botella de bronceador y comenzó a aplicárselo sobre los hombros y los senos. La loción helada hizo que sus pezones se endurecieran, botones alargados de carne rosada que sobresalían de las acolchonadas aureolas que los rodeaban.

Al terminar de cubrir sus brazos y piernas con bronceador, se recostó sobre la lona, sosteniendo el peso de su cabeza con las manos. Sus pezones sobresalían aún más, y su reacción al sol le hacía sentir un pequeño dolor carnal anudándose en el vientre.

__________ cerró los ojos, y dejó vagar su mente mientras su cara y cuerpo tomaban un color marrón dorado al rayo del sol. Mientras sus pensamientos se dispersaban, notó que se remontaban dos días hacia atrás hasta ese atractivo hombre que había conocido en Jenners.

Lo raro de eso era que el sujeto no era realmente su tipo. Y __________ era muy consciente de cuál era su tipo. Por qué le había prestado atención siquiera a ese hombre de aspecto estudioso y conservador, no lo sabía.

Estaba acostumbrada a salir con músicos y artistas, la clase de hombres que tienen un cierto aire de desenfado, la clase de hombres que están siempre a la pesca para probar una cosa nueva u otra o simplemente por ser de naturaleza inquietos. Por supuesto, __________ se admitió a sí misma, era esa misma inquietud que había hecho que su último novio se alejara de ella en primer lugar, incorporando nuevas amantes sin siquiera pensar en lo que esto le haría a su corazón.

Si había una palabra que no podría describir al hombre de Jenners, era inquieto. __________ sonrió, pensando que el extraño había esperado a quienquiera que había acompañado a la tienda con una paciencia muy poco común en un hombre. Si hubiese sido su ex novio, Javier, habría intentado llevarse a la vendedora colorada a la cama para entretenerse mientras esperaba que su novia o esposa salga del probador.

Los pensamientos de __________ vagaron un poco más, mientras ella se preguntaba si esa falta de inquietud en un hombre era necesariamente algo malo. Pensó en el paciente extraño, que no era en absoluto del tipo que cualquier cosa que llevara falda le venía bien. Se preguntó ociosamente si sería paciente en todos los aspectos de su vida, en la cama por ejemplo, luego se dijo a sí misma que se estaba comportando como una idio*ta por siquiera pensar en eso.

El extraño de aspecto adecuado estaba en Edimburgo, lo que sería lo mismo que si estuviera cruzando el océano, ya que no tenía idea de quién era o como encontrarlo si quisiera intentarlo. Además, se recordó, podía estar casado por lo que sabía, y algo que nunca se le ocurriría era involucrarse con un hombre casado o con cualquier tipo de compromiso.

__________ se durmió al sol un minuto después, su último pensamiento coherente girando en torno a si el extraño la habría notado como mujer.

Y por qué tenía que importarle eso a ella.



Capítulo 3


Joe caminó lentamente por la playa de Strathy Point sintiéndose un poco surrealista. No podía creer que se le hubiera cruzado la idea de salir corriendo a las montañas con la esperanza de ver a la novelista americana, mucho menos de concretarla. Pero ahora estaba aquí, se dijo resuelto, así que debía sacarle el mayor provecho.

Era una playa nudista, se percató. Se sintió un poco incómodo al haberse dejado puesto el traje de baño cuando todos a su alrededor estaban totalmente despojados de ropa. Ésta no era una playa de topless como había dicho la vendedora, pero una playa de topless y de la parte de abajo también. Se sintió como un idio*ta.

Joe agitó sus pestañas rápidamente varias veces, y los lentes de contacto que se compró ayer a la tarde hicieron que sus ojos se humedezcan un poco. Se estaba acostumbrando a las malditas cosas, casi del todo, pero aceptó que le llevó varias dolorosas horas incluso para llegar hasta aquí. Bueno, pensó con un poco de satisfacción, si tuviera la suerte de encontrarse a __________ Elliot Jhonson, al menos no lo haría con sus sensatos y aburridos anteojos.

Joe buscó por la costa de la playa para encontrar a la mujer en cuestión, sus entrañas anudándose, anticipándose a la idea de volver a verla. Su mirada oscura se movió de un lado al otro, hasta que finalmente se posó sobre la forma de una escritora durmiente y muy desnuda a una cierta distancia sobre el terreno arenoso.

Respiró hondo para afirmarse, rogándole al cielo que encontrara el coraje para acercársele y despertarla. Sólo podía esperar que su cuerpo cooperara y no sustentara una erección notablemente grande y dolorosa con tan solo verla. Pero cuando se acercó y vio que sus grandes pezones rosados sobresalían en el aire, su deseo de tirarse al lado de ella y chuparlos tiró por la borda todas las intenciones de mantener el control.

Suspiró, notando con triste resignación que su pene estaba tan duro como una llave de hierro.

Se arrodilló a su lado, sin poder creer que él, Joseph Jonas se había vuelto tan osado como para acercarse a ella, sin mencionar ser tan descarado como para caer sobre sus rodillas y mirar libidinosamente su cuerpo de tan cerca. Miró rápidamente a su alrededor, sintiendo pánico por un momento de que lo avergüence frente a los demás gritándole que se vaya. Respiró con alivio al darse cuenta de que estaban bastante solos en ese pedazo de la playa, y que sus gritos sólo servirían para humillarlo a él frente a ella. No es que ese panorama fuera mucho mejor.

Los ojos de Joe cayeron hasta su cara, notando en seguida que estaba profundamente dormida. Desenfadada, ¿no? Tuvo la necesidad de retarla por eso, luego frunció el ceño ante esos pensamientos.
Suspiró. No podía ser más tonto si lo intentara, pensó deprimido. Aquí estaba, sentado frente al objeto de su obsesión, con su cuerpo totalmente desnudo a su disposición, ¿y había pensado en retarla?.
Aun así, no pudo evitar pensar que si hubiera sido cualquier otro hombre se hubiera aprovechado de la situación y se le hubiera echado encima por la fuerza. Ella debería tener más cuidado.

Sus ojos oscuros encontraron sus senos, y todos los pensamientos sobre retar a una cierta novelista se fueron volando por una ventana imaginaria. Su pene se endureció al mirarla, el deseo lo abarcaba dura y rápidamente. Sus aureolas, notó, eran de color rosa claro y un poco acolchaditas. Sus largos pezones colorados sobresalían como dos cohetes con forma de botella que despegaban de una suave y aterciopelada base.

Joe respiró hondo, con una erección salvaje, mientras su mirada se paseaba más abajo y se posaba sobre su acolchonada vulva. Una de sus rodillas estaba levemente doblada, lo cual no ponía ningún impedimento a que él viera cómo se veía su carne por dentro. Tenía el Monte de Venus afeitado, notó mientras su quijada se endurecía, pensando cuánto le gustaría pasar su lengua por todos los suaves pliegues debajo de él.

Joe miró su vulva, queriendo chuparla, queriendo montarla, queriéndola y punto. Como si la durmiente mujer pudiera leer sus pensamientos y quisiera alentarlos, la carne entre sus piernas se humedeció un poco delante de sus ojos, una gota alargada de flujo dejándose ver en su abertura.

Sus ojos se dispararon a sus senos. Estaban más duros que antes. Tan duros que le parecía doloroso a él. Tan duros que se imaginó llevándoselos a la boca y…

Ella se dio cuenta.

Avergonzado al haber sido pescado mirando sin reparos su cuerpo desnudo, Joe alzó la mirada y chocó con la de una mujer bien despierta. Tosió cubriéndose con la mano mientras ella le sonreía, y como ese muchacho tonto que fue a los trece años, tuvo una urgente necesidad de acabarse.

Sus cejas se juntaban lentamente mientras lo miraba con curiosidad.

–¿No nos conocemos? –preguntó ella con una sonrisa.

__________ pensó que ya estaba demasiado experimentada como para excitarse por algo tan simple como un hombre admirando su cuerpo desnudo con deseo. Pero Dios, pensó mientras sus pezones sobresalían como cuchillas, la mirada pensativa de este hombre tenía un efecto desconcertante en ella.

La miraba como si quisiera poseerla, como si quisiera meterle los dedos por la vagina y reclamarla como suya. El efecto era embriagador, excitante, y no era sólo porque la miraban libidinosamente, en general, sino porque ya se había dado cuenta de quién era el que la miraba libidinosamente.

El Señor Correctito en persona. El extraño con el que había conversado por un momento en Jenners.

__________ lo recorrió por completo con la mirada. Tenía un cuerpo impresionante, pensó. Sus piernas eran largas y musculosas, sus brazos no eran ampliamente grandes como los de un físico culturista, pero atractivamente recortados y cubiertos de venas. Su pecho era igualmente musculoso, duro y tentador. Y su pene «Dios santo» sonrió, pensando que definitivamente no era tan experimentada, su pene era gloriosamente largo y duro, abultándose en su traje de baño.

Sabiendo que sólo verla lo excitaba, que este hombre en el que estaba pensando cuando se durmió estaba aquí a su lado, hizo que su vientre se contraiga y se formen pequeñas gotas entre sus muslos. Su mirada se levantó, atrapando la de ella, y su cara se sonrojó encantadoramente mientras tosía cubriéndose con la mano.

Se dio cuenta que tenía intenciones de irse. Alarmada ante esa posibilidad, y sin tiempo ni intenciones de pensar por qué, lo anticipó con una sonrisa y una simple pregunta «¿No nos conocemos?»

* * * * *

Los ojos de Joe bajaron velozmente a sus pezones, luego de nuevo a su cara. Aclaró su garganta nerviosamente, sintiéndose como el idio*ta más grande que existió en el planeta.

–S-sí –tartamudeó, asintiendo una vez con la cabeza– nos conocimos en Jenners hace dos días

Se sonrió con su marcado acento, levantándose con los codos, luego reclinándose sobre ellos mientras conversaban. Sus pezones estaban a escasas pulgadas de su cara, tan duros y tentadores, apoyados sobre sus acolchados parches rosados. No hizo ningún movimiento para cerrar las piernas, notó, y de hecho había abierto una pierna un poco más. No sentía vergüenza en absoluto de haber sido atrapada completamente desnuda. Parecía disfrutar este momento íntimo entre ellos, y él no estaba totalmente seguro de cómo tomar este hecho.

–Sabía que te reconocía –sonrió abiertamente, calmándolo un poco cuando entendió que no estaba enojada por sus miradas indecentes– ¿Terminaron pasándote por arriba?

–¿Por arriba? –preguntó tontamente. Y luego, al recordar su conversación anterior, sonrió– no, pude salir entero de la tienda

–Bien –__________ apoyó sus dientes en su labio inferior y lo mordisqueó por un momento, sin poder creer que estaba por sugerir lo que sugeriría. Pero se sentía descarada. Excitada y descarada. Y sabía que quería tener sexo con este hombre. Nunca había sido de pensar más allá del presente y en este preciso momento lo deseaba– ¿Sabes? –dijo mientras levantaba su mentón– esta situación me parece un poco injusta

La cara de Joe se sonrojó.

–¿Cómo?

Miró su traje de baño con tiendita.

–Esta es una playa nudista –murmuró– pero tú llevas ropa puesta

El pene de Joe se puso más duro, y los músculos de su estómago se apretaron. Básicamente lo acababa de invitar a sacarse toda la ropa, aún sabiendo como debía hacerlo que estaba totalmente erecto. Miró su vulva, que ahora estaba lista e hinchada y se preguntó si sería posible que ella realmente quisiera tener sexo con él.

Lo dudó, pero decidió por una vez en su vida dejarse llevar y ver qué pasaba. Se paró y se bajó el traje de baño, revelándole completamente su erección.

__________ contuvo el aliento, no esperando que fuera tan bien dotado. Era guapo de una manera cruda, masculina; y sexy pensando en la situación de la colegiala traviesa que corrompe al guapo y distinguido profesor. Ella le sonrió cuando volvió a sentarse al lado suyo.
–El sol se siente genial sobre la piel, ¿no? –le preguntó con su acento arrastrado.

–Cierto –mientras Joe admiraba sus pezones, decidió que su tendencia a dar cátedra encontraba los momentos más extraños para hacerse ver– pero espero que te hayas puesto algún tipo de protección –agregó– ya que no te gustaría quemarte los… –tosió discretamente, cubriéndose con la mano y desvió la mirada, avergonzado por lo que estuvo a punto de decir.

__________ estaba disfrutando esto. Casi todos los hombres con los que había salido se habían comportado demasiado seguros de sí mismos, como si creyeran tener derecho a tomar lo que querían. Pero este hombre era tan excitantemente especial que se encontró queriendo empujarlo más y más, aunque no fuera más que para probar sus límites de tolerancia.

–¿Por qué no les pasas un poco de loción para mí? –le susurró.

Sus ojos oscuros se dispararon para encontrar los de ella, y tragó saliva visiblemente. No se lanzó a ella, pero tampoco retrocedió ante su desafío carnal.

–¿Dónde está la loción? –preguntó con voz rasposa.

Estaba duro, tan endemoniadamente duro.

–En mi bolso.

Al poco tiempo, Joe se había puesto la loción con perfume de coco en sus palmas y estaba por alcanzar sus senos. Los llevó entre sus grandes manos, humedeciendo los suaves y carnosos globos con el dulce aceite. Cuando su respiración se volvió poco profunda, comenzó a masajearle los pezones, pasándoles la loción con los pulgares y los dedos.

–¿Cómo te llamas? –__________ preguntó sin aliento, cerrando los ojos mientras él continuaba con su sensual masaje.

–Joseph Jonas –respondió él con voz profunda, mientras su excitación hacía que sus inhibiciones se desvanecieran significativamente– y tú eres __________ Elliot Jhonson.

Sus ojos se abrieron rápidamente.

–¿Cómo supiste mi nombre?

–Escuché a la vendedora

Ella se paralizó.

–También me escuchaste decirle que estaría de vacaciones en Strathy Point?

Su mirada oscura se chocó con la verde clara de ella.

–Sí–admitió, sin ofrecer ninguna otra explicación.

Él masajeó sus pezones un poco más duro, tirando de ellos ahora. Cuando gimió suavemente y sus ojos se achicaron con deseo, el temió derramarse allí mismo sobre su muslo.

–Me has seguido –fue una declaración, no una pregunta.

–Sí –fue la verdad, no una disculpa.

–No sé qué pensar de eso

–Yo pienso –dijo Joe suavemente, con su erección hinchada y dolorosa– que tu hermosa vulva necesita que le pongan loción también –se paralizó apenas esas palabras salieron trastabillando de su boca, sin poder creer que él las había pronunciado.

__________ encontró su mirada y estudió sus rasgos, como si estuviera evaluando sus palabras. Y luego, surrealista como era para él, ella abrió sus piernas ampliamente, dándole no solamente una deliciosa vista de su vulva pelada y sus sedosos pliegues, sino también permiso para masajearla de la manera más íntima posible.

Joe se olvidó de la loción mientras su dedo índice encontró su abertura y le empujó un grueso dedo hacia adentro de ella. Ella exhaló con un gemido, su cabeza echada hacia atrás para colgar precariamente de su cuello, mientras su conchita húmeda se ponía más húmeda y sus pezones continuaban sobresaliendo como cuchillas.

Un segundo dedo encontró el hoyo de su conchita, uniéndose al primero, mientras comenzaba a tomarla con los dedos lentamente. En su otra mano, la yema del pulgar tomaba el control de su clítoris y comenzaba a frotarla con un sensual movimiento circular. Se arqueó en su mano, respirando profundamente mientras él masajeaba su carne empapada.

–Tienes la vulva más hermosa que jamás he visto –dijo ronco– tan húmeda y jugosa, tan estrecha e hinchadita

–Ay, síííí –la espalda de __________ se arqueó aún más, y sus labios se separaron levemente. Estaba borracha de excitación, embriagada por el efecto que él tenía sobre ella.

Sus palabras, sus manos, su mera presencia exaltaban su deseo. Joe la hizo sentir como una diosa erótica omnipotente, un estado de sensualidad a la que ningún otro hombre la había llevado. La miró como si fuese la mujer más intrigante del mundo, exploró su cuerpo como si nunca pudiera tener lo suficiente de él.

–Córrete por mí, __________ –lo escuchó murmurar. Sus dedos comenzaron a embestir con más fuerza. El movimiento de frotación sobre su clítoris se volvió más intenso– quiero ver cómo te acabas

–Ah, sí… ah Dios –se estaba acabando. Estaba tan cerca. Gimió, mientras sus caderas se levantaban para él, queriendo que hiciera lo que hacía, queriendo acabarse bien acabada para él.

Sus dedos empujaban fuerte en su interior, llenando su carne húmeda, estirándola y haciéndola penar por su pene, el sol pegaba fuerte sobre ella, el viento helaba sus pezones, endureciéndolos más aún.

Su cara se hundió hacia su conchita mientras la tomaba con los dedos. Ella respiraba con dificultad mientras su lengua se enrollaba en su clítoris, reemplazando la yema de su pulgar. Pensó que había muerto y se había ido al cielo de los pecadores.

–Joe...

La lengüeteó rápidamente, pasándole la lengua por el capullo hinchado, succionándolo hasta su boca y chupando sin piedad. Todo el cuerpo de __________ comenzó a sacudirse mientras la chupaba y la chupaba, sin ceder jamás, sin siquiera aminorar.

–Ay, Dios... ay, Joe, sí

El sonido bajo y gutural de apreciación que él hizo en el fondo de su garganta fue lo que la deshizo. Instintivamente, se estiró hasta alcanzar su cabeza, enredó sus uñas carmesí entre su pelo oscuro, y presionó su cara contra su vulva tanto como pudo. Él chupó con más fuerza aún, y a los oídos de ella llegaban sonidos como si sorbiera.

–Sí

Las caderas de __________ se levantaron cuando un devastador orgasmo le desgarró el vientre. Gritó por la intensidad del hecho, todo su cuerpo sacudiéndose, y la carne convulsionándose alrededor de sus dedos.

Y luego él se subió encima de ella, aplastándola contra la lona mientras se acomodaba entre sus muslos. Sus miradas se chocaron cuando sus manos abiertas tomaban sus senos y con un poderoso embate arremetió dentro de ella.

–Joe...

–Por Dios que te sientes buena y estrecha –dijo él entre dientes, embistiéndola más y más rápido. Quería ir despacio, saborear este momento en el tiempo que dudaba que alguna vez se repitiera. Pero su carne estaba tan caliente y seguía succionándolo, llevándolo más profundo, haciendo imperiosa la necesidad de marcar sus entrañas con su leche caliente. Él gimió, sus párpados pesados con excitación.

__________ gimió, envolviendo la cintura de Joe con sus piernas. Tiró de sus pezones en respuesta, prendiéndose de ellos mientras la embestía una y otra vez, más y más profundo, de nuevo y otra vez. El sonido de carne chocando con carne llenó sus oídos, encendiendo más su deseo.

–Penétrame más duro –dijo sin aliento, apretando sus caderas hacia él.

Joe apretó la mandíbula mientras le daba lo que quería. Dejó sus senos, deslizó las manos entre sus cuerpos unidos para agarrar su trasero, y golpeó su carne húmeda con una serie de embates profundos y sin piedad.

–Ay, Dios.

__________ cerró los ojos y se aferró para una cabalgata dura, sus piernas envolviéndolo firmemente por la cintura, dándole la posibilidad de penetrarla profundamente. Podía oír los sonidos de su carne chupando su pene hacia adentro de su cuerpo cada vez que se enterraba hasta el límite de lo posible.

–Dios Santo –Joe embistió su vagina, duro, profundo, sin importarle nada más que la sensación de su carne envolviéndolo. Se hundió en ella una y otra vez, entregándose vorazmente al placer de su cuerpo. Se sintió como un animal territorial, primitivo, incapaz de tener un pensamiento coherente. Todo lo que podía hacer era sentir sentir a esta mujer, sentir la vulva que lo obsesionaba poseer y penetrar– __________.

Y luego se derramó dentro de ella, leche caliente chorreándose dentro del cuerpo de la mujer que quería marcar, la conchita que quería penetrar y nunca pensó que tendría una oportunidad de penetrar. Sus músculos se amontonaron, todo su cuerpo se tensó, mientras cerraba los ojos y bombeaba tanta leche dentro de ella como para avergonzar a tres hombres.

Respirando con dificultad, Joe miró a __________ a la cara mientras estaba suspendido sobre ella. Ella sonreía soñadora, como lo haría una mujer a la que habían tomado bien y duro, y en ese momento se sintió más posesivo de su dulce vulva de lo que tenía derecho.

Cayó sobre ella, repleto y exhausto, luego de que el orgasmo más feroz de su vida lo dejara casi inconsciente. Encontró la fuerza suficiente para levantar la cabeza y sorber de sus labios antes de rodar hacia abajo y arrastrar su cuerpo al lado del de ella.

Cualquiera podía pasar caminando por la playa y encontrarlos allí, lo sabía. Pero estaba cansado, tan increíblemente cansado.

Y luego se correria, sacudiéndose alrededor de su pene, con la espalda arqueada mientras él se hundía repetidamente en ella. Gritó su orgasmo, envolviéndolo más fuerte por la cintura con sus piernas, presionando sobre su clítoris, lo que la hizo gritar más fuerte.

–¡AY… DIOS!

La oscura cabeza de Joe descansó sobre los senos de __________, mientras sus párpados pesados se cerraban. Mientras caía en un sueño humeante se le ocurrió en algún lugar de su nebulosa semiconsciente que ella podría tratar de dejarlo, podría haberse ido cuando se despertara.

Instintivamente, inevitablemente, la mano de Joe encontró su carne inflamada. Lanzó dos dedos profundamente dentro de su vagina, trabándolos, y se durmió profundamente.



comentenn!!
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MensajeTema: Re: obsesion [joe y tu] muy hot.   obsesion [joe y tu] muy hot. EmptyMar Oct 13, 2009 7:33 pm

omj tienes que seguirla plizz

te lo pido esta buena
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donce.danger




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MensajeTema: Re: obsesion [joe y tu] muy hot.   obsesion [joe y tu] muy hot. EmptyMiér Oct 14, 2009 5:16 pm

Capítulo 4


Joe se despertó al sentir su pene dolorosamente erecto desapareciendo en las profundidades de la garganta de __________. Sus labios carnosos devoraban todo su largo, luego resurgían para juguetear con su extremadamente sensible cabeza. Él gimió, agarrándola de su cabello rojo. Apretó la quijada cuando ella hizo un «Mmmm» de apreciación y sus labios se deslizaron hacia arriba y hacia abajo por su pene.

Le pasó la lengua por todo su largo como a un chupetín, cerró los ojos y se lo chupó como si fuera su placer favorito.

–Mmmmmmmmmmmm –con movimientos mas rapidos imitando la penetracion profunda que el habia echo antes en ella.

–Por Dios –Joe apretó los dientes, incapaz de soportar un minuto más. Con un gemido ronco, se acabó en su boca.
Volvió a estremecerse cuando vio que sus labios y lengua lengüeteaban todo su jugo, luego chupaban del pequeño orificio de su sensible cabeza para asegurarse de que no había dejado nada. Se quedó sin aliento, cerrando los ojos mientras su pecho subía y bajaba.

Cuando su respiración se normalizó y pudo abrir los ojos nuevamente, lo primero que notó fue que el sol se había puesto en el horizonte y había caído la noche. La segunda cosa que notó, y la mejor de las dos, fue que una hermosa vulva pelada bajaba hacia su boca.

Las uñas rojo sangre de __________ separaron los labios de su conchita, lo que sirvió para que su pequeño capullo de rosa de clítoris sobresalga aún más.

–Chúpamela, Joe –murmuró con ese acento americano, humeante y arrastrado– me encanta la forma en que comes conchitas

No había tiempo para una respuesta, porque su vulva húmeda había encontrado sus labios y su lengua se había disparado para lamer su vulva y enrollarse a su alrededor. Se llevó el sensible pedazo de carne a la boca y comenzó a chupar de él con sorbos largos y narcotizantes.

–Joe…

__________ comenzó a cabalgar en su cara con movimientos lentos y ondulantes, como si hubiera estado montando su pene. Su cabeza cayó hacia atrás, su pelo desatado cayendo sobre su estómago como una cascada, mientras ella gemía en la noche y lo montaba. Cada vez que sus caderas volvían a subir en su movimiento circular, los labios y la lengua succionadora de Joe tiraban de su clítoris. Ella gimió, sus pezones sobresaliendo como dagas mientras llegaba al orgasmo.

Joe gimió con apreciación, mientras sus manos alcanzaban su trasero para sostenerlo y amasarlo. __________ comenzó a cabalgar sobre su boca más rápido a medida que él masajeaba sus globos mellizos, con su carne empapada presionando contra su tibia boca.

–Dios, sí

Joe comenzó a succionar duro de su clítoris, tirando de ella sin descanso, forzándola a quedarse sin aliento y gemir, a ondularse sobre él en un frenesí de excitación. Podía sentir su cuerpo temblar y endurecerse a la vez, haciéndole saber que se estaba acabando. Chupó más duro, sin ofrecerle piedad, queriendo que pensara en él y solo en él cuando necesitara acabarse.

–Joe…

__________ expulsó su nombre con un gemido primitivo, mientras sus caderas empujaban enloquecidas, y su vulva empapaba su cara de rocío. Sus pezones se endurecieron hasta un límite imposible mientras su carne se convulsionaba alrededor de su boca y la sangre se arrebataba para acalorar su cara.

Jadeando pesadamente, __________ apretó su palpitante vagina una vez más contra la boca de Joe, luego la deslizó por sus labios, por su mentón, resbalando hacia su pecho. Él sacó su lengua, lamiéndola una vez desde su orificio hasta su clítoris mientras su carne empapada bajaba deslizándose de su cara.

–Mmmm –__________ le sonrió mientras se acomodaba sobre su pecho– eso fue genial

Los ojos de Joe miraron los pezones distendidos suspendidos sobre su línea de visión. Alcanzó y levantó sus senos con las manos, tirando de sus pezones de una forma que sabía que le gustaba.

–Tengo algo más que quiero que montes –murmuró.

__________ sonrió, sabiendo que su masculinidad erecta estaba tocándola, queriendo entrar.

–Tendré que pensarlo –bromeó.

Pero Joe no estaba de humor para bromas. Se sentía como un animal en celo, una bestia que quería copular con su pareja.

–Siéntate sobre mi pene –dijo demandante, sin rastro alguno de humor en su voz.

A __________ le sorprendió la manera en que su cuerpo respondió a su tono dominante, empapándose para una entrada suave, preparándose sumisamente para ser tomado. Se agarró de la base de su pene, se puso de rodillas, y se hundió en su duro pene, penetrándose con un sólo y fluido movimiento.

–¿Mejor? –susurró con un gemido ahogado.

–Infinitamente

Joe tiró de los acolchados pezones que le gustaban tanto mientras ella lo montaba largo y duro. Durante los próximos veinte minutos, se dio una panzada de su carne, aceptando vorazmente todos sus clímax, todos sus gemidos.

Estaba desesperado, y puso sus manos en sus caderas a modo de hacer mas presión para que su pene estuviera mas dentro en su estrecha vagina con el roce exquisito que eso provocaba.
Estaba obsesionado con ella, lo sabía. Obsesionado con su cuerpo, obsesionado con su vulva, queriendo ser su dueño. Estaba obsesionado con ella, punto.

Mientras sus músculos se le amontonaban y anudaban, y él eyaculó su leche caliente bien adentro de su cuerpo, también se dio cuenta de algo más. Cuando estaban solos así, juntos así, copulando como dos animales en pleno celo, estaba más en contacto con quién era como hombre de lo que había estado antes.

No era necesario esconderse detrás de fachadas apropiadas en lo que concernía a __________ Elloit Jhonson. Sin roles, sin identidades presuntas.

Solamente Joseph Jonas.




Capítulo 5

–Entonces, cuéntame sobre ti. Luego de la noche que pasamos juntos en la playa, me encantaría complacer un poco mi curiosidad –__________ le sonrió a Joe mientras se sentaba frente a él en el diminuto restaurante del hotel. Hoy llevaban ropa informal, ambos con una combinación de jeans sencillos y remeras, un hecho de todos los días para __________, una anormalidad para Joe.

Joe le sonrió también, sintiéndose más despreocupado de lo que recordó sentirse alguna vez. El hecho de que no sintiera la necesidad de conformarse a un papel predeterminado se manifestaba en todo, desde su vestimenta informal hasta en que había pasado las últimas horas haciendo el amor en una playa nudista con una mujer sexualmente gloriosa y años más joven. Se sintió maravilloso, vivo y maravilloso. No quería que su romance termine jamás.

–Soy profesor de matemáticas en la Universidad de Edimburgo –dijo mientras levantaba su vaso de Cabernet Sauvigno– he estado allí por casi dieciocho años

__________ sonrió, su profundo acento le transmitía sensaciones cálidas y difusas por la espina.

–¿Has estado casado?

–No

–¿Has estado cerca?

–Una vez –se encogió de hombros, sintiendo que el recuerdo de su noviecita de la universidad parecía ser de muchísimo tiempo atrás– pero finalmente Camilla decidió que un profesor de física era más su estilo

__________ asintió, comprendiéndolo.

–Entonces ella tenía un romance. Mi última relación terminó por el mismo motivo también

–¿Alguien te engañó a ti ?

Joe había hecho la pregunta incrédulo, como si no pudiera entender que un hombre siquiera considerara andar con otras cuando tenía a __________ en su casa. El hecho de sentirse de esa manera para empezar le hizo sentir un hormigueo en el vientre y albergar una emoción no identificable en el corazón.

Pensaba que era perfecta. Aparentemente pensaba que todos los hombres del planeta debían pensar lo mismo. Ella no estaba de acuerdo, sabía que no era perfecta para nada, pero esos sentimientos de su parte hicieron que lo deseara aún más.

–Sí, él lo hizo –ella sonrió socarrona– muchas veces, de hecho

Joe se estiró para tomar su mano.

–¿Estás bien ahora?

Su respuesta era importante para él por un par de motivos, lo sabía. No quería que estuviera dolida, y tampoco la quería penando por otro hombre. Esa idea, pensó posesivamente, no era nada placentera.

–Si, estoy bien –ella sonrió, sus ojos arrugándose en los rincones– en ese momento estuve bastante disgustada. Durante tres días vagué por la casa sintiéndome dramáticamente trágica. Pero cuando llegó el cuarto día y no me importó más me di cuenta de que no pude haber estado enamorada
Sus cejas se levantaron un poco.

–¿Cómo?

Abrió las manos en un gesto que Joe entendió como que tendría que haber sabido la respuesta.

–Me sobrepuse a Javier en tres días. Si hubiera estado enamorada de él, me parece que hubiera andado por ahí sintiéndome trágica por lo menos por un par de semanas más– ella rió por lo bajo– o al menos por un par de días más

Joe sonrió, más encantado al saber que no había estado enamorada de Javier de lo que debió sentirse, de lo que tenía derecho a sentirse. No tenía idea, después de todo, si __________ planeaba continuar con su aventura más allá de Strathy Point. Porque ese tema no le caía bien, lo descartó, negándose a pensar en otra cosa que el aquí y ahora. Y justo ahora estaba aquí con ella. Era todo lo que importaba.

–Bueno –irrumpió alegremente __________, alejándolo de sus pensamientos– ¿cuánto planeas estar de vacaciones aquí?

Joe sonrió socarrón.

–¿Cuánto planeas quedarte tú?

Ella rió, recordando su confesión anterior de que la había seguido a la playa. Supuso que un hecho semejante debió haberla asustado un poco, pero no lo hizo. Quizás si hubiera algo raro en él, o si la atracción no fuese mutua, se habría alarmado.

Pero definitivamente no estaba alarmada. Al contrario, la hacía sentir tremendamente sensual que Joe llegara a tal extremo para estar con ella.

–Estaré aquí tres días más. Bueno, no aquí exactamente, pero en las montañas en general– ella encogió los hombros– había planeado irme de Strathy Point esta tarde e ir de campamento a Cairn Gorm por un par de días

–Ir de campamento suena encantador –murmuró sin pensar, mientras sus miradas se unían.

Cayó en cuenta de la realidad por una fracción de segundo, y su cara se sonrojó levemente mientras rompía el contacto visual. Se acababa de invitar solo para ir con ella cuando lo más probable era que ella quisiera deshacerse de él.

–Quise decir que estoy seguro que la pasarás mu…

–¿Quieres venir?

Su cabeza oscura se levantó velozmente. Tragó saliva.

–¿Quieres que vaya contigo? –preguntó tentativamente, pensando que debió haber malinterpretado sus intenciones.

–Definitivamente –ella sonrió– la cuestión es si tú quieres venir conmigo

Él exhaló.

–Si no te importa –murmuró, decidiendo no cuestionar su buena suerte.

–No me importa –__________ meneó la cabeza y sonrió– no me importa en absoluto

* * * * *

–Es hermoso aquí arriba

–Realmente. De verdad lo es

__________ miró a Joe con curiosidad mientras trabajaban juntos para armar la tienda. Entre que pagaron el hotel y devolvieron el auto alquilado de ella, habían partido tarde de Strathy Point, por lo que ya era casi medianoche. Por suerte, no estaba totalmente oscuro afuera porque el sol nunca se pone realmente en las montañas escocesas durante el verano.

–Dijiste eso casi con nostalgia –dijo ella

Joe se encogió de hombros, pero el gesto no fue para nada casual.

–Es una vergüenza, soy consciente, pero he vivido a sólo unas horas en auto de aquí toda mi vida y nunca me tomé el tiempo de venir a experimentarlo por mí mismo

–¿Te refieres a Cairn Gora?¿La montaña donde estamos?

–Sí –él sonrió, mirándola, con sus ojos oscuros rastrillando sus senos cubiertos, barriendo su protegido Monte antes de volver a revisar la tienda que acababan de armar juntos– a eso y a otras cosas

El cuerpo de __________ tuvo una reacción inmediata a su comentario casual e insinuaciones carnales. Sus pezones se endurecieron como alargados capullos rosas y un calor líquido invadió su vientre. Lo observó con ojos empañados, muy excitada, deseándolo mucho.

Trató de no pensar, diciéndose que este no era el momento para ocuparse de su libido. Habían armado la carpa, cierto, pero todavía necesitaba algunos retoques en el interior. Además, hacía bastante frío afuera y también necesitaban encender un fuego.

–Cuéntame de ti –dijo Joe mientras comenzaba a acomodar ramitas secas entre la pila de troncos– entre nuestra conversación en el restaurante esta mañana, y nuestro trayecto a las montañas esta noche, dudo que haya quedado algo que contar sobre mí. Tu, sin embargo, aún eres un enigma

–¿Un enigma? –__________ miró sobre su hombro, distrayéndose momentáneamente de su tarea de estirar el piso de la tienda– no me consideraría eso para nada –ella sonrió, retomando su tarea– ¿Qué te gustaría saber?

Todo, pensó Joe.

–Lo que me quieras contar –buscó una caja de fósforos y encendió uno contra el lado granuloso de la caja– noté por tu acento que eres de alguna parte del sur de los Estados Unidos, pero no puedo identificar cuál exactamente

–De Georgia –contestó ella de forma algo apagada, con su cara dentro de la tienda mientras arreglaba las cosas como las quería– Atlanta.

–Ah –Joe sonrió, notando distraídamente que las ramitas secas ya estaban encendidas y el tronco apoyado sobre ellas estaba empezando a agarrar fuego. Miró sobre su hombro– un bomboncito de Georgia. Yo…

Se detuvo en la mitad de la oración, distraído por la vista de su abundante trasero apuntando al cielo. Estaba en cuatro patas, la mitad superior de su cuerpo enterrado dentro de la tienda haciendo quién sabe qué, la mitad inferior de su cuerpo vestido de jeans expuesto a los elementos.

Aturdido de sensualidad, se puso de pie, incorporándose mientras se acercaba a ella. Pasó la mano por su trasero, haciéndola quedarse sin aliento mientras deslizaba los dedos entre sus muslos y frotaba su clítoris a través del jean.

–Quítate la ropa –dijo bruscamente– ahora

A Joe se le cruzó por algún lugar en el fondo de su excitada mente que su voz había sonado un poco dura, incluso para él. Pero parecía no poder detenerse, no podía bajar la intensidad de sus órdenes.

Cuando él estaba cerca de ella de esta manera, y sus pensamientos se volvían carnales, se sentía tan avanzado intelectualmente como un hombre de Neandertal, un cavernícola que quería aparearse con la hembra que había reclamado para sí. Nunca antes había estado así con ninguna otra mujer y por eso no sabía cómo controlarlo. Tampoco estaba seguro de querer hacerlo.

__________ se arrodilló, girando para mirarlo. Sus ojos verde claro estaban bien abiertos, ella estaba claramente sorprendida por su tono de voz. Pero él no hizo ningún descargo, no dio ninguna explicación.

–Quítate la ropa –repitió sin que se le mueva un pelo, con los oscuros ojos entrecerrados del deseo– puedes terminar tu trabajo una vez que te la hayas quitado

Los pezones de __________ se endurecieron instantáneamente. Debió haberse indignado con sus palabras, o al menos ofendido, pero no lo hizo. Le gustaba jugar a ser sumisa con él en un nivel sexual, disfrutaba de la forma en que dominaba su cuerpo como si fuera su dueño.

Joe Jonas era igualitario a nivel social, lo sabía, pero en el plano sexual no era capaz de pensamientos superiores. Nunca había conocido a un hombre remotamente parecido a él antes, uno que no sólo quisiera dominar su cuerpo, pero que fuera incapaz de hacer otra cosa. Cuando __________ quería sexo se volvía primitivo, animal, el pensamiento racional quedaba descartado. A ella le encantaba eso.

__________ se puso de pie, sintiéndose un poco tímida y nerviosa de repente. Sonrió para sus adentros ante la incongruencia, pensando para sí mientras se bajaba el cierre de los jeans y salía de ellos que este hombre la hacía sentir cualquier cosa menos experimentada. Se fue su camisa después, seguida de su corpiño y su tanga. Cuando terminó de desvestirse, se estiró hasta él, y sus uñas carmesí se dirigieron directamente al cierre de su pantalón.

Él detuvo su mano. Su cabeza dorada se levantó rápidamente, confundida ante tal acción.

–Te tomaré cuando esté listo –balbuceó, empujándola suavemente con el codo dentro de la tienda– por ahora sólo quiero mirarte mientras terminas con tu tarea

Quería disfrutar de su excitación, pensó ella, sabiendo que podía tomarla cuando su necesidad se volviera imperiosa. Se encontró con que su propio cuerpo respondía a sus deseos, su clítoris se hinchaba mientras se ponía en cuatro patas, con la cara dentro de la tienda.

–Mmm, muy bonito –murmuró– separa tus piernas un poco más mientras arreglas la carpa. Todo lo que quiero ver es cu*lo, muslos y una vulva pelada.

__________ cerró los ojos brevemente ante sus palabras, embriagantes como eran. Se lo imaginó observando su clítoris inflamada, su vulva acolchada, y sintió cómo se le juntaba líquido entre los muslos mientras lo hacía. Sabía que sus ojos estaban clavados en su carne mojada, podía casi sentirlos marcando su nombre dentro de ella. Lo quería enterrado dentro de ella tanto que penaba por él, sin embargo él ni siquiera la tocaba, menos aún montarla.

Cinco minutos después ella le anunció que la tienda estaba lista.

–Estoy lista –susurró, tan excitada que apenas podía respirar, mucho menos hablar.

Pero antes de que ella saliera de la tienda el se posó atrás, agarro sus caderas con esas manos fuertes y calientes, y arremetio duro y profudamente dentro de ella, __________ siseo por la sorpresa y el placer de sentirlo tan adentro y duro.

Joe salia y entraba, cada vez moviendose mas rapido y metiendo su pene mas profundamente, ella misma se impulsasaba mientras las carnes chocaban una contra otra y llegaron juntos aun orgasmo. Joe derramo su leche caliente en ella.

__________ se sentia tan caliente, como la hembra sumisa que era tomada duramente por un macho con unas tremendas ganas de copular, de marcar, de preñar.

–Ven y siéntate a mi lado sobre las lonas –le dijo él con voz ronca aún después de semejante asalto.

__________ cumplió, emergiendo con todo su ser del cobertor de la tienda. Se arrodilló al lado de él, notando enseguida que a pesar de estar completamente vestido, había liberado su inflamada erección del confinamiento de sus jeans y la estaba acariciando. Era increible que se pusiera tan rapido duro otra vez. Se erguía como si fuera tallado en acero y cubierto de carne, tan gloriosamente dura y firme.

–¿Puedo chuparlo? –preguntó con ojos embriagados de pasión, encontrando su mirada.

–En un minuto –murmuró él.

Joe se reclinó sobre sus codos, su pene apuntando hacia arriba. Estirando su cuerpo y la parte superior de su torso, se inclinó hacia __________ y enrolló su lengua alrededor de un alargado pezón. Ella se estremeció, apretando más su seno contra su cara.

Llevándose el pezón a la boca, Joe chupó plácidamente de él, tirando de él con sus labios, haciéndolo girar con su lengua, mientras le tomaba la mano y la guiaba hacia su escroto, instruyéndola sin palabras para que le haga masajes allí.

Dejo ir el pezón con un gemido, encantado con la sensación de su mano sedosa jugueteando suavemente con las apretadas pelotas dentro del saco. Cayendo sobre su espalda, puso sus manos detrás de su cuello para soportar el peso de su cabeza, luego la observó con ojos vidriosos.

–Chúpalo, __________ –murmuró.

Ella obedeció, llevándolo hambrienta hacia su boca como si no hubiera nada en todo el planeta que quisiera más. Le prestó especial atención a la cabeza de su pene, chupándolo vigorosamente, sabiendo que él era como la mayoría de los europeos, y por eso no estaba circuncidado, tendría esa parte especialmente sensible.

–Por Dios

Joe apretó los dientes mientras sus músculos se apretaban instintivamente del placer casi delirante. Los sonidos de chupadas que hacía su boca acompañados por el aspecto de disfrute carnal de su cara hacían que el placer hedonista se volviera terriblemente cercano al dolor.

Respirando pesadamente, trató de adelantarse a sus esfuerzos eróticos con su mano, para poder montarse a su cuerpo y vaciarse dentro de ella otra vez, pero cuando intentó hacer eso su boca simplemente se cerró más fuerte sobre él y comenzó a chupar más rápido y con más energía. Era obvio que quería que se acabe en su boca.

–__________ –dijo apretando los dientes, sus músculos endureciéndose, su vena yugular abultándose– me acabo, dulzura.

Esa afirmación hizo que su chupada se volviera animal, gimiendo mientras su cabeza se mecía hacia arriba y hacia abajo por su dura erección. Unas uñas largas y rojas envolvieron la base de su pene mientras unos labios carnosos e hinchados devoraban todo su largo, más y más, una y otra vez.

–Dios Santo

Joe se acabó con un gemido, sus ojos casi cerrados, sus dientes descubiertos. Gritó su satisfacción a los remotos parajes de las montañas, y el eco retumbó por toda la montaña Cairn Gorm.

Cuando __________ lo chupó hasta secarlo, lo vació de todo lo que tenía, su cara se levantó hasta su línea de visión, y se veía completamente adorable y bastante traviesa. Pudo ver que estaba satisfecha consigo misma, satisfecha de haberlo llevado a tal punto de vocalización.

__________ sonrió.

–Guau, Joe. Ese grito habría hecho quedar mal a Tarzán

Habló entre risas y gemidos.

–Trabajaré para perfeccionar mis habilidades para colgarme de las lianas más tarde

Ella rió por lo bajo, acostándose en la lona al lado de él. Él la acercó, besando la parte superior de su cabeza. Envolviendo su cálido y fláccido pene con la mano, suspiró satisfecha mientras apoyaba la cabeza en su pecho.

–En realidad nunca había visto un pene sin circuncidar –admitió con una sonrisa en la voz.

–¿No? –besó la parte superior de su cabeza nuevamente– ¿los hombres norteamericanos están todos circuncidados?

–La mayoría, sí –ella sonrió– sólo he leído sobre hombres como tú en los libros

–¿En los libros, eh? –lo analizó por un momento– ¿es allí donde aprendiste también a chupar tan bien a un hombre sin cortar? –preguntó, sin querer apresurarse, pero incapaz de detener el sentimiento de posesión de su voz– ¿de un libro?

–En realidad, sí –respondió, sin que la perturbe su territorialidad, disfrutando de ella incluso.

El corazón de Joe comenzó a latir fuerte otra vez. Liberó un suspiro mientras besaba su frente, más satisfecho con su respuesta de lo que quería admitir.

–Bien

Se quedaron allí recostados en silencio por un largo rato, ambos simplemente disfrutando de abrazar al otro después de la intimidad que acababan de compartir. Después de un minuto o dos de este tiempo de conexión no verbal, __________ fue la primera en hablar.

–¿Sabes? –dijo a modo de confesión, queriendo compartir las cosas más tontas con él por una razón u otra– he estado pensando por algún tiempo que me gustaría probar de escribir una novela histórica.

Una ceja oscura se levantó. Él se preguntó por qué ella pensaría en novelas en un momento como éste.

–Me encantan las que escribes ahora. Estoy seguro que serás excelente en lo que intentes hacer –dijo sinceramente.

Su cabeza se levantó rápidamente. Buscó su cara.

–¿Leíste mis libros? –murmuró.

Él dobló su cuello un poco para poder besar la punta de su nariz.

–Sí.

Ella sonrió, extrañamente complacida con su respuesta. Ninguno de sus ex se tomó el tiempo de leer su trabajo, mucho menos disfrutarlo.

–La razón por la que saqué el tema para empezar es porque quería que sepas que cuando escriba esa novela histórica voy a ponerle tu nombre al héroe

El cuerpo de Joe se paralizó. Pensó que era el cumplido más maravilloso que le hubiera hecho una mujer.

–Sería un honor –dijo, casi en un murmullo.

__________ aclaró su garganta, dándose cuenta de que el ambiente se había puesto demasiado serio. Solo quería disfrutar de la compañía de Joe por el momento, no considerar todos estos inexplicables sentimientos de cariño que estaba desarrollando hacia él.

–Me pregunto cómo debería llamarla –dijo con una sonrisa.

Joe percibió el cambio de estado de ánimo en ella y lo dejó pasar con gracia. Se dio cuenta de que éste no era el momento para imponer sus propios planes sobre ella. Entonces, pensando en su comentario por un momento, la apretó suavemente y sonrió.

–¿Qué tal Tienes Correo de Cadena? [hahaha ese título q tiene q ver? Hahaha xD]

Los ojos verdes claros de __________ se abrieron y brillaron antes de que ella lance su cabeza hacia atrás y se ría. Joe sonrió, preguntándose secretamente si sería posible que un hombre estuviera más complacido de lo que él estaba en ese momento.
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MensajeTema: Re: obsesion [joe y tu] muy hot.   obsesion [joe y tu] muy hot. EmptySáb Oct 24, 2009 10:25 pm

porfavor!!!

tienez k zeguirla

ezta zuper

buena!!! la novc

plizzzzz zeguila!!!
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divajonas




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MensajeTema: Re: obsesion [joe y tu] muy hot.   obsesion [joe y tu] muy hot. EmptyMiér Mayo 05, 2010 7:08 pm

SEGUILAAAAAAAAAAAAAAAAAAA----- bounce
MIRA COMO ME DEJAS OSEA MAS FINA TU NOVE ME ENCANTAAAAAA....DALE SEGUILA ESTA GENIAL...ME LLAMO MARY...NUEVA LECTORA Very Happy Razz
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